Era noche cerrada cuando se presentaron en su casa. Con palos y a gritos. Buscándole. Le sacaron de la cama a puñetazos. Eran cinco. Todos varones. Clamaron que iban a por el “puto maricón”. Nadie de su familia, en la ciudad nigeriana de Kiri Kasama, sabía hasta ese momento que Michael es gay. En Nigeria, las relaciones homosexuales son un delito que se paga con hasta 14 años de cárcel o incluso con la pena de muerte en dos de sus Estados. Y además, las personas del colectivo LGBT sufren el rechazo, la discriminación y la violencia.
-El Pais
